
Admítelo, a menudo ves algo que quieres fotografiar y piensas
«¡vaya foto me va a salir!», pero, cuando la ves en la pantalla, te
decepciona. Y es que hacerlo bien no solo requiere una cámara capaz,
sino también un procesado posterior.
Recuerdo a la perfección la emoción que sentí cuando me regalaron mi primera cámara réflex.
Pensé que, por fin, podría lograr fotografías de buena calidad. Cuál
fue mi sorpresa, y desilusión, al comprobar que el resultado seguía
estando muy, muy lejos de lo que yo entendía por una buena foto. Conocía
bien toda la teoría sobre obturación, exposición y demás, así que primeramente pensé que únicamente me faltaba práctica.
Unos
cuantos carretes después me di cuenta del problema: aunque yo ajustaba
la cámara para una determinadas condiciones y con un resultado
determinado en mente, el técnico del laboratorio fotográfico revelaba mi
carrete de forma semiautomática, usando unos parámetros genéricos y sin
tener ni idea ni de cuáles eran las condiciones de luz de la toma original ni, por supuesto, de cuáles eran mis intenciones sobre el aspecto final de la foto.
El formato RAW ha abierto un mundo de
posibilidades en la fotografía digital, al permitir guardar por separado
los valores de saturación, colores básicos y luminosidad
Hoy en día, hemos pasado del carrete a la tarjeta de memoria, pero el
proceso sigue siendo el mismo. Por mucho que usemos unos determinados
ajustes en la cámara, es su electrónica la que, finalmente, «decide» por
nosotros la luminosidad y el color que tendrá la
imagen final en base a unos parámetros estándar. Ese es el motivo por el
que, por ejemplo, todas las fotos con luces de farolas siempre aparecen
con un marcado anaranjado.
Aunque hoy día todos los dispositivos
ofrecen un buen número de opciones automáticas y manuales para controlar
con bastante precisión el aspecto que tendrán nuestras imágenes, es
prácticamente imposible obtener una foto que se ajuste con precisión a
nuestros deseos directamente en la cámara, sin realizar ningún
procesamiento posterior.
Además, y siendo práctico, para la
mayoría de nuestras fotos, no tendremos el tiempo o la paciencia
necesarios para ajustar a la perfección cada uno de los parámetros
configurables del aparato, así que resulta bastante sensato dar por
sentado que todas las fotografías son mejorables. En algunos casos, para
corregir y subsanar defectos y, en otros, simplemente para mejorar lo
que ya era bueno de entrada.
La técnica HDR permite combinar una misma fotografía disparada en diferentes exposiciones para obtener un resultado mejor
Retoque y mejoras
Antiguamente, todo el proceso de
perfeccionamiento y corrección de errores se hacía al revelar los
carretes y fijar las imágenes en papel en el «cuarto oscuro». Hoy en día, es habitual la expresión «se ha usado Photoshop en esa foto». Aunque Adobe Photoshop
es, sin duda, el gran referente en el mundo de la fotografía
profesional, hay otras muchas herramientas domésticas que, por un precio
más asequible o gratis, te permitirán darle a tus instantáneas el
aspecto que tú quieres, y no el que tu cámara decida.
En esta
comparativa, te presentamos las ocho mejores aplicaciones que hemos
encontrado, cuatro totalmente gratuitas y otras cuatro de pago, para que
puedas elegir fácilmente la que mejor se adapte a tus necesidades.
Histogramas y niveles
Todas las cámaras fotográficas incorporan un sensor capaz de medir la luz de una escena y ajustarla a las condiciones de iluminación medidas. Pero uno de estos dispositivos tiene una capacidad de captación de luz
mucho más limitada que el ojo humano. Dependiendo del contraste de la
escena y de los puntos de medición usados, es habitual que obtengamos fotos subexpuestas (oscuras) o sobreexpuestas (demasiado luminosas), a veces de forma global o, más comúnmente, únicamente en ciertas zonas de la imagen.
Mediante una representación visual llamada histograma y disponible en prácticamente todas las cámaras, podemos conocer la distribución de la luminosidad de los píxeles de una escena.
El histograma es
una herramienta de un valor inestimable porque permite conocer, en la
misma cámara y en el mismo momento de la toma, si la fotografía está
correctamente expuesta. A menudo sucede que revisamos la imagen en la
pantalla de la cámara con condiciones muy luminosas, como a plena luz
del día en un día despejado, y eso nos impide juzgar correctamente la
exposición.
En cambio, revisando el histograma nunca fallaremos.
Una fotografía correctamente expuesta tendrá los píxeles repartidos por
todo el histograma, sin que haya zonas sin píxeles en ninguno de los dos
extremos y sin que tampoco se «corten». Una escena muy oscura, por
ejemplo, tendrá muy pocos píxeles en la zona derecha del histograma,
pero debe tener algunos. Una escena sobreexpuesta, como la de la imagen
de la Torre Eiffel adjunta, en cambio, no contiene píxeles en el extremo izquierdo.
Si sabes manejar los histogramas de la
cámara digital que utilizas para captar las fotografía, podrás intuir
cómo será el resultado final
Mediante aplicaciones de edición fotográfica es posible, hasta cierto punto, corregir fallos en la exposición de una imagen mediante la herramienta Niveles. A menudo también habrá una herramienta de Curvas, más flexible pero también más compleja de usar. La herramienta de niveles ofrece cuatro tipos de ajuste.
Uno global y tres independientes para modificar las luces altas (la parte más luminosa o clara de una imagen), las sombras (la parte más oscura) y los tonos medios.
Manipulando esos controles, lograremos rescatar zonas oscuras de la
imagen u oscurecer otras demasiado claras, teniendo en cuenta que todo
tiene su límite y que cuanto más forcemos la imagen peor calidad
obtendremos. Aún así, los resultados suelen ser sorprendentes.
Combinación HDR
Para superar las limitaciones de exposición de las cámaras fotográficas, se utiliza la técnica HDR (High Dinamic Range), consistente en realizar dos o más tomas con diferentes exposiciones (mediciones de luz)
y posteriormente combinarlas en una única toma. Algunas de las
aplicaciones de la comparativa ofrecen esta función, aunque no todas
incluyen de serie el potencial que brinda el alto rango dinámico.
El formato RAW
RAW en inglés quiere decir crudo y al formato RAW se le conoce en el mundo de la fotografía como negativo digital. El sensor de una cámara es capaz de capturar de forma independiente la intensidad (saturación) de los tres colores básicos (rojo, verde y azul) y sus valores de luminosidad.
Un píxel de una imagen JPEG es una mezcla indisoluble de esos valores.
Es decir, cualquier cambio en uno de ellos afecta a los demás.
En el formato RAW,
sin embargo, esos valores se guardan de forma independiente y es el
fotógrafo quien decide como mezclarlos en el momento del revelado. Disparar en RAW
ofrece, por tanto, una flexibilidad mayor a la hora del retoquecar una
foto. Hay, eso sí, varios inconvenientes. Por un lado, más información
significa más espacio. O dicho de otro modo, menos fotos por tarjeta.
Por otro lado, el revelado digital de los RAW
es un proceso manual. Es decir, hay que revelar foto a foto para
decidir cómo queremos que sea su aspecto final. Y, aunque este proceso
se puede automatizar, realmente no tiene sentido disparar en RAW y hacer
un revelado automático. ¡Eso ya lo hace la propia cámara cuando
disparamos en JPEG!
Por último, únicamente cámaras de gama media-alta son capaces de disparar imágenes en RAW y no todas las aplicaciones son capaces de abrirlos y revelarlos. Para poder obtener los iconos de vista previa de archivos RAW en Windows, es necesario instalar el pack de codecs de Microsoft.
Captura el momento, pero primero detente a pensar
A las cámaras compactas se las conoce comúnmente en inglés como point-and-shoot,
lo que puede traducirse como «apunta y dispara». Hay un buen número de
usuarios que hace precisamente eso. Cogen la cámara y, sin apenas mirar
la pantalla, disparan «a lo que salga». Sin embargo, es importante tener
en cuenta que el proceso de edición de una foto, en realidad, no empieza delante del ordenador, sino en el mismo momento de realizar la toma.
Cuando
te sientas familiarizado con tu programa de edición, te darás cuenta de
que a la hora de hacer una foto no solo pensarás en lo que la cámara es
capaz de mostrar en el momento de la toma. Pensarás, además, en lo que
podrás hacer en tu casa: modificar la luz, el color, reencuadrar,
nivelar... Eso te ayudará a ajustar la cámara en consonancia. Muy al
contrario del concepto point-and-shoot, cuando se quiera editar una foto, conviene reflexionar antes incluso de apretar el obturador.
Retocar una foto, ¿eso no es hacer trampa?
Una
cámara no puede captar exactamente lo mismo que el ojo humano y, por
tanto, cualquier imagen que se obtenga está sujeta a la interpretación y
valoración del fotógrafo o del técnico colorista. Ahora bien, hay que
distinguir entre un retoque que persiga únicamente perfeccionar, corregir pequeños errores o ajustar sutilmente la imagen y un retoque más libre y artístico que aleje claramente la imagen de la realidad.
En cualquier caso, nunca podremos obtener una imagen idéntica a la realidad. Como mucho, podemos obtener una foto idéntica a nuestra interpretación de lo que debería ser una toma perfecta. Si no realizamos nosotros mismos esa interpretación, lo hará de forma automática la propia cámara o el software que usemos.
A menudo se usa la expresión «esa foto está retocada con Photoshop»
en un tono un tanto despectivo, insinuando que está mejorada
artificialmente alejándola de la realidad. Como se comenta en estas
líneas, revelar un carrete de fotos también está sujeto a una
interpretación por parte de la persona que revela y fija las fotos en un
proceso muy similar al revelado digital.
Y si bien es cierto que procesamiento y revelado digital ofrecen más posibilidades que en el mundo analógico, usar un software de edición
para darle a nuestras imágenes el toque final que deseamos no solo no
es hacer trampa sino que es un proceso más de este arfe. Tan natural
como encuadrar para decidir qué queremos que salga en la foto.
Conoce las pruebas realizadas por PCA Labs
Para
esta comparativa, hemos buscado aplicaciones que, en mayor o menor
grado, permitieran realizar diversas correcciones y mejoras en
nuestras fotografías. Aunque muchas de ellas ofrecen también gestión de colecciones de imágenes, este no era un requisito imprescindible.
Los análisis se han realizado teniendo en cuenta una serie de elementos fundamentales: las herramientas que integran las aplicaciones, la interfaz de usuario y su manejo, las funciones de exportación e importación de formatos y la integración con redes sociales, los organizadores, las herramientas de aprendizaje
a disposición del usuario y un apartado de variedades en el que hemos
reunido características diversas. Vamos a analizar por partes qué
hemos probado en cada uno de estos apartados.
En el apartado de
las herramientas, nos hemos detenido en conocer a fondo cómo se lleva a
cabo una manipulación básica de cada una de ellas, es decir, la
capacidad de cada software a la hora de realizar ajustes básicos de edición, como recortes, cambio de tamaño, rotación, ajuste de brillo, contraste, niveles, etc.
También hemos puesto nuestros ojos en las herramientas de selección,
pues a menudo necesitaremos aplicar modificaciones a una parte de las
fotografías. En este apartado, analizamos si la aplicación ofrece
utilidades precisas para la selección de zonas. La edición por capas
es una característica fundamental, puede ser un poco confusa de
primeras, pero, cuando te acostumbras a su potencia, resulta
complicado prescindir de ellas; por esta razón, las aplicaciones que
trabajan con capas suelen destacar en potencia por encima de las que
no.
Igualmente, hemos trabajado con las herramientas de manipulación avanzada, es decir, con la clonación, reparación de imperfecciones, corrección de perspectiva, etc; y con los filtros y efectos, que consiguen imágenes impactantes. Por último, hemos comprobado el revelado en formato RAW.
Respecto a este tema, hay que aclarar que, aunque algunas aplicaciones
son capaces de abrir archivos RAW, no ofrecen un módulo específico de
revelado y realizan uno genérico que no sirve de gran utilidad.
La organización de las fotos mediante etiquetas es un punto a favor para estos editores
Interfaz, acceso y organización
La interfaz de usuario
ha sido valorada en cuanto a su facilidad de uso y se ha calificado en
función de un baremo que oscila entre 1 y 5 puntos. En cuanto a su productividad,
la hemos valorado también entre 1 y 5 puntos, comprobando que todos
los menús están accesibles y que se activan de forma rápida y efectiva.
La importación/exportación
hace referencia al acceso directo a las imágenes de la cámaras, ya que
con algunas aplicaciones no es necesario copiar las fotos de la
tarjeta de memoria al disco duro para poder trabajar con ellas, sino
que incluyen un módulo específico capaz de hacerlo desde la propia
aplicación. El manejo de archivos RAW, por su parte, es un requisito
imprescindible para quienes cuenten con una cámara de gama media-alta
capaz de realizar fotografías en este formato; por lo tanto, hemos
visto qué aplicaciones están preparadas para soportarlos y cómo
trabajan con ellos.
Por último, en este apartado hemos valorado si el software permite subir y compartir fotografías en redes sociales, como Facebook y Flickr, pues para muchos usuarios esta exportación es hoy en día de gran utilidad.
Las herramientas disponibles en cada
aplicación han sido analizadas y puestas a prueba para dar forma a los
criterios de valoración de la comparativa
Administración y otros factores
Con la amplia cantidad de imágenes que manejamos es fundamental que el software nos permita organizarlas mediante etiquetas, y mejor aún si incluye reconocimiento facial y geolocalización, que permite ubicar las fotos en un mapa.
La
visualización de vídeo empieza a ser una característica a tener en
cuenta, pues hoy en día la mayoría de cámaras digitales permite grabar
vídeo. Sin embargo, no todas las aplicaciones de edición fotográfica
permiten visualizarlos, también lo hemos tenido en cuenta. Las imágenes de alto rango dinámico, la posibilidad de generar panorámicas, así como la corrección inteligente, han sido otros aspectos a tener muy en cuenta.
Y, para terminar, hemos valorado el aprendizaje,
es decir, la documentación proporcionada por la aplicación, el
asistente para los primeros pasos y el soporte e idioma proporcionado
en la web oficial de la aplicación o de la comunidad de
desarrolladores y usuarios.
Fuente: www.pcactual.com
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