Cada día las noticias que hablan de recortes sanitarios invaden las páginas de los periódicos y ocupan muchos minutos en los informativos. Es verdad que el sector sanitario está atravesando un periodo inquietante, con una sociedad que envejece y un número menor de contribuyentes y esto hace que la sanidad más cara per capita. Por eso se buscan soluciones más eficientes para tratar enfermedades, como el uso de tablets o smartphones.
Uno de los campos más costosos para las instituciones sanitarias se
encuentra en el tratamiento de enfermedades crónicas. Según la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI)
en España el 80% de las consultas de Atención Primaria y el 60% de los
ingresos hospitalarios están motivados por las enfermedades crónicas. Y
aquí no acaba el problema: debido a la evolución demográfica, España se
está convirtiendo en uno de los países más envejecidos del mundo, motivo
por el cual se prevé que en 2050 los pacientes crónicos supondrán el 27% del total de la población, un 10% más que en la actualidad, lo que implica un coste elevado en la sanidad.
Por lo tanto, es evidente que se necesita algún tipo de cambio para
garantizar la sostenibilidad de los servicios sanitarios. Tener una
plataforma integrada de monitorización de pacientes crónicos, que ayude a
evitar consultas innecesarias y que pueda hacer que el suministro de
fármacos sea más óptimo puede ser uno de esos cambios de los que
hablamos. Por ejemplo, el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido, NHS (National Health Service),
inició en 2011 un proyecto de monitorización 24 horas de las personas
que padecen de hipertensión. Se espera que este servicio permita ahorrar 10 millones de libras en 5 años evitando consultas innecesarias y asegurándose que solo los pacientes que necesitan medicación la reciben.
Queda claro por lo tanto que para ofrecer un servicio de este tipo es
necesario algún tipo de adaptación tecnológica de los elementos que
participan en la interacción paciente-médico. Normalmente, los enfermos
crónicos hacen uso de dispositivos médicos de medición
como glucómetros, tensiómetros, etc. para llevar un control de su estado
de salud día a día. La mayoría de estos dispositivos no ofrecen ninguna
capacidad de comunicación. Son necesarios por lo tanto dispositivos
intermedios que hagan la labor de interconexión entre dispositivos y
plataformas para poder ofrecer servicios integrados de e-health.
Y es ahí exactamente donde los smartphones cobran su importancia. El
auge de las aplicaciones móviles en los últimos años hace que estas
aplicaciones sean idóneas para cubrir este vacío entre dispositivos
médicos, pacientes y profesionales sanitarios.
A día de hoy, ya existen dispositivos de salud que han adoptado un protocolo de comunicación llamado Bluetooth Health Profile Device (HDP).
Resumiendo, un perfil de Bluetooth define las características y
funcionalidades que tiene que tener cualquier sistema de Bluetooth. En
este caso este perfil define la comunicación entre un dispositivo médico
y un dispositivo intermedio (ISO/IEEE 11073), que nuestro caso sería la
aplicación móvil. Básicamente, este sistema está concebido para que el
usuario de la aplicación envíe mediante Bluetooth los resultados de las
mediciones que toma al smartphone y este a su vez envíe estos datos a
una plataforma de e-health,
dónde los profesionales sanitarios puedan acceder a la información, y
en los casos que sea necesario puedan dar indicaciones a sus pacientes.
Sin embargo, el diseño de una app para que interactúe entre los dispositivos médicos y las plataformas de e-health
no es trivial y hay que tener muchos factores en cuenta. En primer
lugar, es imprescindible que la aplicación se adapte al paciente al
máximo. Hay que tener en cuenta que los posibles usuarios de este tipo
de aplicaciones son en su gran mayoría gente de mediana edad o edad
avanzada. Por lo tanto, es necesario tener una interfaz gráfica
amigable, y también que la aplicación cause las mínimas molestias
posibles a la hora de recoger datos.
En segundo lugar, este tipo de aplicaciones deben de funcionar online, de manera que los profesionales sanitarios tengan acceso en todo momento al estado de salud de los pacientes a través de plataformas de e-health
y los pacientes reciban consejos y pautas de estos a través del móvil.
La aplicación, además, debe de tener de algún mecanismo de inteligencia
para que así se puedan ofrecer diferentes respuestas a cada paciente.
Hay que tener en cuenta que cada paciente tiene características
diferentes (sexo, edad, condición física, etc.) y que puede haber
pacientes que padezcan más de una enfermedad crónica. A todo esto hay
que añadirle factores tecnológicos, como un uso mínimo de la batería o
la adaptación de la aplicación a la regulación sanitaria vigente.
Es evidente por lo tanto que el uso de aplicaciones móviles para ofrecer servicios de e-health
es un campo donde hay mucho por investigar y terreno por recorrer. Los
puntos anteriormente expuestos no son más que una pincelada de la
infinidad de requisitos y factores que habría que tener en cuenta para
desarrollar una aplicación exitosa. En definitiva, una aplicación que
tenga una gran aceptación por parte de los actores involucrados en este
escenario (pacientes y profesionales sanitarios) y que les haga el día a
día más sencillo. Y por supuesto, una aplicación que realmente ayude a
ofrecer un servicio de tratamiento de pacientes crónicos más eficiente y
más económico a las instituciones sanitarias. Tenemos ante nosotros un
área llena de retos y oportunidades.
Fuente: www.blogthinkbig.com
Fuente: www.blogthinkbig.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario